Como no podría esperar de otra forma
y continuando con el precedente. Nos pusimos a buscar destino con bastante poca
antelación, y ya se sabe que en Agosto….
Tras descartar la maravillosa y
deseada Isla de la Palma, con unos precios de vuelos desorbitados, saltamos a
la vecina Gran Canaria con un resultado algo similar. Pensamos entonces en
Tenerife, no hay tanto monte (salvo el gran Teide) pero porqué no… y tras
visitar por última instancia una agencia de viajes, surgió la posibilidad de
tomar un paquete para Madeira. Al fin y al cabo, es uno de los destinos en mi
lista favorita. Como no volaríamos hasta el lunes 19 (desde Madrid sólo hay un
vuelo semanal durante los 3 meses estivales) quisimos aprovechar el puente del
15 de agosto en la playita de Cádiz (Cai).
Intentamos buscar algo de última
hora (camping) pero obviamente estaba todo petado. Finalmente y tras muchas
búsquedas, se encontró una opción en el
Camping Las Dunas del Puerto de Santa María. Destino que después
certificaríamos como acertado. Se trata de un camping en línea de la playa de
La Puntilla. Las parcelas son amplias y
muy sombreadas, ya que se encuentra en un parque natural de pinares. La piscina
es impresionante (aunque estaba siempre hasta atrás de gente) y el súper muy
acomodado en los precios.
El segundo día en Cádiz, decidimos
acercarnos a la población de Rota. Nada más llegar y tras buscar aparcamiento
en el centro (muy complicado) salimos sin querer hacia la línea de playa y al
ser festivo pudimos aparcar a la primera en zona azul. La playa increíble,
amplia y con agua trasparente. Aproveché para hacer mis entrenamientos en aguas
abiertas ;)
Al tercer día, una visita a la
capital, Cádiz y su centro histórico. Buscando aparcamiento (una locura)
teníamos decidido dejar el coche en un parking todo el día, con tan buena
suerte que callejeando un poco más, zas… en toda la boca. Conocimos el casco antiguo
con su Catedral, coincidiendo con un mercado andalusí de artesanía.
De vuelta al coche cogimos los
bártulos y a la playa (bajo la sombrilla que nos ha proporcionado nuestro amigo
Rober, gracias), aproveché para cruzarme gran parte de la playa a nado (unos
3000m ida y vuelta). Merece la pena la playa Victoria, a pesar de la poca
profundidad y que a veces tienes que esquivar algunas rocas, el agua es
suficientemente cristalina como para admirar la flora y fauna que alberga.
Además, como a 100m de la orilla rompen las olas en estas formaciones rocosas,
hay bastante calma en la mar. A la tarde un paseín por el paseo marítimo …
y descubrimos que habrá un certamen
de chirigotas por esa zona, hay que aprovecharlo. Comimos un poco de pescaíto
frito y a ver el espectáculo.
Llegamos justo a la hora de cierre
de entrada de coches al camping (24hr).
El cuarto día lo aprovechamos en el
camping, piscina y la playa de La Puntilla. Esta playa está anexa al mismo
puerto de la ciudad y como tal lleno de embarcaciones de recreo, etc… el caso
es que la calidad del agua y tranquilidad no era igual que días anteriores,
pero… el camping está al lado.
El quinto día recogimos y de vuelta
a Cáceres para preparar las maletas para el viaje a Madeira.
Día 1
Tras un viaje infructuoso debido a
los continuos fallos el GPS, conseguimos llegar al aparcamiento de larga
estancia de Lomcar. Dejamos el coche y dirección a la T2 dónde volaremos con
TAP (una de las últimas compañías que ofrecen un ágape en un viaje de cierta
distancia como este) hasta en Madeira.
Ya nos habían advertido de lo
“divertido” del vuelo hasta la isla, en especial el aterrizaje en su ampliado
aeropuerto de Santa Cruz. Y como no pudo ser de otra manera y gracias al fuerte
viento de ese día, vaivenes continuos, turbulencias y baches aéreos al
atravesar la capa del mar de nubes, al final tomamos tierra con un profundo
aplauso del respetable.
Con las maletas en mano, nos
dirigimos a la oficina de Guerin para recoger el coche que habíamos alquilado
(a ser posible conviene hacerlo con tiempo, pueden llegar a escasear). Las
carreteras principales de la isla son bastante “cómodas”, mucha curva, mucho
túnel, mucho viaducto,… pero intuitivas y rápidas. El problema vino al entrar
en Funchal, el GPS no iba ni a tiros (será que no pago cuota en esta zona del
Atlántico) y hay cientos de calles y callejuelas con una inclinación que a
veces creo que roza las leyes de la física y claro, todo esto inmerso en un
saber conducir portugués (con todo mi respeto a nuestros vecinos). Tras
numerosas vueltas y preguntares, damos con el hotel Buganvilia, cuyo cartel
(bastante minúsculo entre la vegetación) debíamos haber visto en al menos dos
ocasiones que debimos pasar con anterioridad…
El hotel no está mal, efectivamente
a las estrellas de los hoteles portugueses hay que quitarles una estrella de
los que podemos estar acostumbrados en España en cuanto al alojamiento en sí. Se
trata de pequeños estudios dotados con una pequeña cocina. El trato es
magnífico y tiene otros atractivos como wifi libre, el parking, 2 piscinas (una
de ellas cubierta), jacuzzi, gym y spa (este último pasando por caja).
Buscamos un Super (ojo con los
precios de ciertos alimentos por aquí, se nota que pagan sus tasas
aeroportuarias ;)).
Nota: Conviene cargar bien de agua.
La humedad de la zona hace que tengas que hidratarte continuamente. Además el
agua de los grifos (al menos en este hotel) es bastante…
Un bañito en la piscina cubierta y
jacuzzi y como tengo deberes para estas vacaciones preparando la TAR (http://robertome.blogspot.com.es/2013/07/transalpine-run-2013.html) (gracias
Silvia por tu comprensión), me enfundo las zapatillas y a trotar por Madeira.
No tengo muy claro para dónde debo tirar, pero los continuos callejeos con el
coche horas antes, me conducen hasta el centro de la ciudad perfectamente
integrada en una ladera vertiginosa hacia los acantilados y con una vegetación
exuberante de claramente una zona tropical.
Día 2
Hoy tocaba un poco de cultura
maderiense. Salimos pronto por la mañana para visitar la zona Oeste de la isla.
Primero pasamos por el Cabo Girao, con sus 580m de altura, es el (2º-3º) de
Europa. Tiene una superficie acristalada dónde poder observar de primera mano
la impresionante altura.
Desde allí nos dirigimos a Ribeira
Brava, una de las “playas” turísticas de Madeira. Se trata de una pequeña
población dónde adecuaron una cala artificial y una temperatura muy agradable
de 28ºC.
Y pasamos a la zona interior
subiendo 1.500m de altitud por unas carreteras vertiginosas hasta llegar a Paul
da Serra, una extensa planicie árida desde dónde puede divisarse el norte y sur
de la isla, cuando está despejado.
Descendemos de nuevo esos 1.500m
dirección Porto Moniz, dónde nos han recomendado sus piscinas naturales a pie
de mar.
Ahora nos adentramos en un clima más
asturiano, con una temperatura de unos 21ºC pero agradable. Un picnic y a
bañarnos (precio baño 1,5€ + 1€ si quieres taquilla).
Continuamos, ahora ya por mejores
carreteras para ver el Velo de la Novia en Seixal, una impresionante cascada
directa al mar desde un acantilado.
El siguiente destino era Sao
Vicente, otra ciudad costera que se estaba engalanando para las fiestas. Allí
visitamos las grutas que quedaron en el interior de la isla tras las últimas
erupciones que conformaron la isla (precio entrada 8€).
Desde allí regresamos de nuevo a
Funchal no sin antes detenernos en Camara de Lobos, un pueblo pescador cercano
a la capital.
Día 3
Hoy toca un poco de montañita. El
día se despierta algo nublado, creo que es habitual en esta isla, pero a medida
que ascendemos por la carretera que sube justo al Pico do Areeiro (1.818m),
comprobamos que las nubes quedan estacionadas a unos 1.200m de altura y por
encima está un día fantástico.
Al ser accesible este pico, el
tercero más alto de Madeira, por carretera, la peregrinación de turistas en
apabullante. A pesar de subir con tiempo, el parking se iba llenando y los
autobuses eran incesantes.
Desde este punto comienza una ruta
hacia el Pico Ruivo (1.862m), el más alto de Madeira.
Discurre a través de un sendero
perfectamente preparado para los turistas, es decir, adoquinado, vallado y con
los túneles necesarios para atravesar las columnas basálticas que se encuentra
en el camino.
Las vistas son increíbles. Por
momentos me recuerda a Pirineos.
A unos 3km de comenzar la ruta
existe una derivación con la posibilidad de acceder por dos caminos, el del
este y el del oeste, el primero más escarpado y el segundo siguiendo una línea
de túneles artificiales. Si el sol ya está comenzando a picar, es recomendable
tomar la opción del camino del oeste, dónde hay más refugios de sombra que por
el este. Los caminos vuelven a confluir para acceder al refugio Ruivo, donde te
venderán bebidas a un precio asequible teniendo en cuenta la cantidad de
turistas y que se trata de un refugio de montaña. Desde allí unos 500m y 300 de
desnivel hasta coronar el punto más alto de Madeira (al menos emergido).
Nos tomamos un refrigerio en el
refugio y de vuelta al Pico do Areeiro. Decidimos regresar por el mismo
itinerario dado lo caluroso del día e intentando aprovechar las zonas sombrías.
Para realizar esta ruta yo
recomendaría salir lo más temprano posible (quizá 8:00am), de esta manera
aprovecharás el frescor de la mañana y evitarás aglomeraciones turísticas. Como
estarás de regreso pronto (10:30am más o menos), aún no te cruzarás con mucha
gente y quizá el sol no pique aún mucho, aprovecha la ruta del este si no
tienes mucho vértigo. Mucha paciencia en los cruces con el resto de andarines y
llevar mucha agua puesto que se genera una sequedad importante, el terreno
volcánico emana mucho la radiación solar y favorece a la sequedad.
Tomamos la carretera dirección norte
hasta Ribeiro Frío (o Río Frío) dónde comemos, visitamos sus piscifactorías de
truchas y recorremos parte de la Levada hasta Portela.
Una levada no es más que un canal de
riego que aprovecha las emanaciones en altura y en determinadas partes, para
servir a otros lugares distantes. En algunos casos, regaderas de incluso 12km,
como era esta, dónde se puede apreciar una vegetación exuberante propia de
Madeira.
Tras esta jornada andarina,
decidimos reconvertirnos al turismo de cámara y terminar la jornada visitando
Santana y sus casas típicas.
De vuelta a Funchal, paramos en Machico,
otra de las ciudades con playa artificial para los que echan de menos este bien
cuando vienen a Madeira.
Y de vuelta a Funchal para
descansar.
Día 4
Hoy dedicaríamos el día a conocer
Funchal. Funchal es la ciudad más importante de Madeira, a pocos kilómetros del
aeropuerto y con gran vida. Desde el hotel, nos ofrecen transporte gratuito al
centro, pero decidimos bajar dando un paseo de unos 2 kilómetros y medio
pasando por el jardín de Santa Catalina y la Catedral de camino al mercado.
Allí puedes encontrar todo tipo de productos y como no la lonja de pescado.
Un paseo por la zona bohemia de la
ciudad, llamada la zona Velha, donde los artistas y pintores decoran las
puertas y fachadas de las casas…
Y tras comernos un bolo de caco de
presunto, nos dirigimos a subir al Jardín Botánico, una cita ineludible incluso
para profanos en la materia como yo. Se puede subir con un funicular que sale
de la zona del puerto y cuesta bien 8,25€ viaje de ida o 12,75€ viaje de ida y
vuelta. O bien se puede tomar el transporte urbano (líneas 31 o 31B) por unos
3,1€ ida y vuelta, desde la Av. do Mar que aunque más lento, resulta una
experiencia para todos los sentidos. Hasta este día, había pensado que la
profesión de transporte más peligrosa era la de conductor de autobús en Perú,
pero nada comparable con los “autobuseros” de Madeira. Tienen que sortear todo
tipo de tráfico y peatones y todo ello en unas callejuelas con cuestas de
infarto y espacio para sólo un vehículo. Vaya dominio del arranque en cuesta.
El Jardín Botánico cuesta 5€ por adulto
y es realmente completo, con más de 2000 especies de plantas tropicales y
flores. Presenta un tapiz colorido con formas geométricas muy bonito….
De vuelta por la ciudad regresamos
al hotel donde darnos un bañito en su piscina.
Mañana será otro día.
Día 5
De nuevo toca andar un poco. El
primer día nos dejamos pendientes hacer la Levada de las 25 Fuentes, en la zona
de Paul da Serra. Llegamos pronto a sabiendas que en seguida se llena de coches
y comenzamos la ruta desde el parking,
Se trata de unos 2km de asfalto
hasta el comienzo real de la ruta. Este trayecto es privado y se puede
contratar por 5€ ida y vuelta.
Desde el comienzo del camino, unos
2,3km hasta llegar a las 25 Fuentes, una zona de cascadas preciosas aún en este
tiempo en que el caudal es mínimo.
Regresamos hasta el cruce para hacer
la levada del Risco (apenas 2km ida y vuelta) y contemplar un escenario de
película…
De vuelta en el coche, nos dirigimos
a Encumendada donde comemos y decidimos intentar parte de la ruta P.R 1.3 (Pico
Ruivo) que completa unos 11km de ida hasta coronar dicho pico a 1.860m.
Comenzamos un poco tarde (14:00pm) y
el calor y humedad es horrorosa.
Así que, pronto nos damos la vuelta.
De regreso a Funchal, hacemos una
última incursión del día hacia la zona del Corral das Freiras (El Refugio de
las Monjas), una hoya orográfica rodeada por la cadena montañosa más importante
de Madeira.
Las vistas
desde el mirador Eira do Serrado….
Una vez en
Corral das Freiras, las vistas no son menos fascinantes. Sobre todo si lo haces
bajo el amparo de una sombra y con una buena cervecita.
Día 6
Según las guías, parecía cita
ineludible acudir al pueblo de Camaçha para visitar su tienda/fábrica de mimbre
más emblemática llamada “O Relogio”. Una población dedicada a este sector
durante años y que bien lo demuestran…
Desde allí bajamos hacia Caniçal
para irnos acercando a la parte del este de la isla. El día se tornaba sombrío,
como casi siempre que hemos pasado al lado nórdico de la isla. Es increíble
comprobar cómo en pocos kilómetros se puede pasar de un clima a otro. En
Caniçal visitamos el Museo de la Ballena (10€ por persona con la audioguía),
una visita recomendable aunque cuando acaben de actualizar todo el museo y con
el audio ayuda completo en castellano.
El museo está destinado a recuperar
la memoria de 40 años de labor en la captura de cachalotes que abanderaba este
pequeño pueblo desde 1941 y hasta 1981. Por otro lado, también intenta
potenciar la defensa de la fauna marina (ballenas, delfines y la increíble foca
monja) que rodea a este archipiélago una vez abandonada esta práctica. Parte
del dinero recaudado sirve para ayudar a los biólogos marinos de la zona en su
labor de protección y estudio de las ballenas y otros cetáceos.
Al salir del museo empezó a llover y
nos resguardamos en el coche camino de la Punta San Lorenzo.
Se trata de un “brazo” rocoso con
escasa vegetación y al azote de los vientos, pero con una gran riqueza marina y
un punto clave para el avistamiento de diferentes especies de aves de las islas
madeira por los ornitólogos. Allí comenzamos bajo la lluvia una ruta de unos
8km hasta la última zona transitable del cabo.
Una visita rápida a Garajau para
fotografiar a la réplica del Corcovado Cristo Rey y contemplar las vistas
durante el atardecer.
Y de vuelta a Machico para disfrutar
de una rica cena de productos Maderienses.
Uno de los platos típicos es Pez
Espada con zumo de maracuyá y banana ummm….
Cuando descubrimos una grata
sorpresa. Son las fiestas de la Virgen de la Concepción y en Machico recrean
una serie de embarcaciones con antorchas en las laderas que rodean la ciudad.
Son los llamados Barcos de Fuego, realmente fascinante.
Día 7
Para el último día, intentamos
completar algunas visitas que habían quedado en el tintero. Nos dirigimos de
nuevo a la zona de Santana para realizar la ruta de las Queimadas hacia el
Caldeiro Verde.
Una ruta cuasiplana de unos 13km en
total, pero llena de barrancos, vegetación…
… y 4 pasos a través de túneles,
alguno de ellos relativamente largos, angostos y oscuros, por lo que es
recomendable disponer de alguna luz de ayuda. La nuestra se quedó en el coche,
por lo que tuvimos que hacer inventos con el móvil, flash de la cámara, etc…
… hasta llegar a una impresionante
hoya repleta de vegetación y dónde precipita una cascada que bien debe
sobrecoger en otra época del año.
Bajamos a comer a Santana al
restaurante Malta Gira. Un apartado local dónde se puede disfrutar desde una
rica comida casera Maderiense hasta unas elaboradas pizzas italianas por un
precio muy acomodado.
De regreso hacia Funchal, primero
nos detenemos en la Prahina de Caniçal, escenario que no pudimos disfrutar el
día de ayer por la lluvia.
Se trata de una de las únicas playas
naturales de arena que existe en Madeira. A penas 80m de playa de arena negra
volcánica pero con un encanto especial. Arriba un amplio aparcamiento para los
vehículos.
Desde allí nos dirigimos hasta la
población de Monte para ver si tenemos la fortuna de ver algún descenso de los
Carros de Cesto, pero comprobamos que en domingo sólo hay hasta las 13hr. En su
lugar, tenemos la fortuna de maravillarnos con lo engalanado que están dejando
las calles con todo tipo de murales florales con motivo de la festividad de la
Virgen de Monte.
Y por último, un paseo por el puerto
de Funchal para disfrutar de la puesta de sol en el fortín de San José. Al
parecer una propiedad privada y ajena a Madeira según unos tratados antiguos,
es decir, el país más pequeño del mundo.
Definitivamente toca descansar
esperando el viaje de regreso, no sin antes reflexionar acerca de lo que este
viaje ha supuesto. Madeira es una isla verde montañosa, llena de desniveles y
paisajes de ensueño, por algo es que la llaman la Eterna Primavera ……