Son las 4:30 de la
mañana y estoy inmerso en un bosque de coníferas subiendo al Puerto de La
Morcuera. Hace tiempo que mi cerebro empezó a desconectar de mis piernas y cada
vez me siento más cansado y con sueño. Mi mente me pide parar, tumbarme a un
lado y recuperar, pero la noche es fría y podría tener problemas. Mi cuerpo,
como si de un autómata se tratara, intenta mantenerse en pie a pesar de los
tropiezos y deslices en el camino....
Recuerdo una salida
por el monte con Alberto y Rafa en la que salió a mención el GTPeñalara. Ellos
ya habían corrido la de 60km y querían probar con la prueba reina, yo ya la
tenía en mente hace tiempo, pero no había surgido la ocasión.
Y dicho y hecho, salió
el periodo de preinscripción y en diciembre recibimos la feliz noticia de haber
sido galardonados con una plaza. Ya teníamos fecha, hora y lugar, viernes 29 de
junio a las 23:30 en Navacerrada. Bien ahora solo restaba entrenar, 6meses y
medio por delante....
El entrenamiento:
Hace ya casi 2 años
desde la última vez que me enfrento a un Ultra. El último fue G2Haundiak en
2016, precisamente la prueba que me permite acreditar mi
participación en GTP. Desde entonces, una paternidad que ha obligado en cierta
manera a levantar el pie.
Los meses se van
sucediendo, y sin un plan preciso para llegar suficientemente preparado, apelo
a la experiencia de otras ocasiones y a participar en distintas pruebas
alrededor de Cáceres donde resido. Entrenar una prueba de estas características
en la ciudad de Cáceres, no es sencillo, con un par de montículos que no
superan los +200m obliga a reinventarse continuamente.
Un mes antes de la
prueba, he decidido correr en el I Desafío Galayos, 45km y D+2.400 que ayudarían a poner la máquina a
punto en altura y terreno técnico. Que complementé con el Maratón Vetón, por cierto con un resultado que no esperaba.
Varios entrenos en
días consecutivos buscando que el cuerpo no tuviera tanto tiempo para recuperar
y cuando por unas causas u otras ya no he podido entrenar por las tardes a
diario, madrugada con el amigo Ricardo (5:15am) para echar una tirada, aunque
sea corta, antes de ir a trabajar.
En fin, en los
últimos 6 meses, 124 horas, 1.562km, D+40.000 y de entreno. “Habrán sido
suficientes?”
Los días previos:
Como si de un examen
se tratara, la última semana es momento para la reflexión. Habré entrenado
suficiente, qué material debo llevar, qué ropa me pondré, cuántos geles
tomaré...en qué ritmos se moverá la cosa?
A mí me gusta hacer
un pequeño estudio del perfil, con los avituallamientos, desniveles, puntos
kilométricos, etc... y en esta ocasión dado que la Organización facilita
posibles tiempos de paso, me marco otros intermedios donde en un principio pensaría
podría estar. Al final me sale algo así:
Más tarde lo
plastificaré y llevaré conmigo en la carrera para consultar de vez en cuando.
Creo que en este tipo de pruebas, el poder dividirlo por partes, estudiar los
desniveles y compararlos con zonas conocidas de entrenamiento, planificar donde
comer y recargar,... es muy importante. Especialmente para no tener que pensar
en ello durante la prueba. En cuanto a mi alimentación, la estrategia intentará
ser sencilla; una píldora de sales cada hora (alarma reloj), un gel cada ~10km
y parar tranquilamente en todos los avituallamientos a recargar agua y comer.
La última semana ha
sido baja en carga de kilómetros pero sin parar completamente. El miércoles
damos cerrojazo y reposo hasta el viernes.
El día D:
En un principio la
idea había sido tener el viernes libre para viajar el jueves y descansar lo
máximo posible el viernes por la zona sin tener que viajar ni madrugar. Pero
los hechos finalmente han sido otros, y tras madrugar y currar, cojo el coche
dirección Madrid. Llego a tiempo a casa de Alberto para comer, e intentar
descansar un rato en la cama antes de la gran cita. Apenas unos minutos de
desconexión mental, una leve tormenta veraniega y el recuerdo de lo que tenemos
por delante, apenas me permite un sueño en condiciones.
Preparamos todo el
material, bolsa de cambio para Rascafría, bolsa de ducha....
...y partimos con
tiempo hacia Navacerrada para aparcar y cenar algo antes de la carrera.
Una vez allí, ya el
aparcamiento es complicado, son muchos los participantes de la prueba Cross
Nocturno. Voy a recoger mi dorsal y la bolsa del corredor...
Nos acercamos a ver
la salida del Cross y luego a cenar el último plato de pasta (y ya van unos
pocos esta semana).
Poco a poco va
cayendo la noche y se acerca el momento decisivo. Aunque se suele tener todo
preparado, los nervios te hacen olvidar algo, que si la vaselina, que si el
vendaje del tobillo, que si el agua,...
A pesar de ir con
tiempo, son ya las 23:00 vamos hacia meta y hay que pasar el control. Total,
que cuando nos damos cuenta estamos más bien atrás de todo el pelotón de
salida. Esto significa que tocará esprintar un poco en la salida.
El speaker va calentando el ambiente,
presentando a los top que hoy se dan cita aquí, cuando nos damos cuenta...3, 2,
1 y goooooooooooooo.
Al principio, mucha aglomeración. Poco a poco vamos
avanzando posiciones saliendo de Navacerrada y adentrándonos en la pista de
subida hacia La Maliciosa. Bastones fuera y a bailar.
Paso a paso y metro a
metro vamos ascendiendo. Me he descolgado algo de Alberto y Rafa. En este tipo
de pruebas es realmente complicado poder mantenerse en grupo, en parte porque
al haber tanta gente y de noche, te despistas y por otro lado la distancia hace
que los momentos valle que yo digo (esos en los que preferirías estar en
cualquier otro sitio y te cuestionas todo, bajas ritmo,...) no suelen ser
coincidentes y por ello dificulta mantener un mismo ritmo conjunto. Espero
volvamos a reagruparnos más adelante cuando yo tenga uno de esos valles.
A medida que
ascendemos a La Maliciosa y salimos del amparo del bosque, se va notando con
mayor intensidad la temperatura de la noche. Este año parece que no se va a
caracterizar por altas temperaturas, lo cual me va genial. Manguitos arriba, manguitos
abajo iremos sorteando la situación.
Primeros 9 kilómetros
y tras 1 hora 27 minutos estoy ya en cumbre donde nos espera un gran número de
aficionados. Desde allí unas vistas preciosas de la zona de la Cuenca Alta del
Manzanares iluminada.
Hay una ligera niebla
y viento, y por tanto bastante fresquete, así que arrancamos la bajada. Por el
camino me enchufo el primer gel y algo sólido. La bajada es muy técnica y
bastante peligrosa, por lo que el primer tramo hay que tomárselo con mucha
calma.
PK17 (Canto Cochino)
y primer avituallamiento. Miro el reloj y marca 2 horas 36 minutos. “Esto se
nos va a hacer largo”, pienso yo. A pesar del frescor nocturno, en esta zona
hay bastante humedad e incita a beber constantemente, aparte de que voy
empapado. Eso obliga a rellenar los bidones en cada avituallamiento.
Me enfrento a la
subida a La Pedriza, corta pero intensa para atravesar una zona mágica llena de
bloques y vías.
De nuevo una bajada
“complicada” por la nocturnidad y cantidad de regaderas en el camino hasta
alcanzar la pista próxima a Soto del Real que nos aproximará hacia el Hoyo de
San Blas. Que por cierto tuve la ocasión de reconocerla hace dos semanas.
PK27 y 4 horas 15
minutos. Nuevo gel, cafeína contra el sueño y pista. En estos momentos ando
haciendo la goma con la 3ª clasificada en carrera.
Cogemos el desvío de
subida a La Morcuera tras el antiguo refugio forestal y comienza mi primer
valle.
Para mí un Ultra se
puede definir de la siguiente manera:
Dependiendo de la
fortaleza física y mental con la que te enfrentes a la prueba, T será mayor o
menor y nuestros momentos de crisis serán más o menos. Yo ahora mismo me
encuentro en el fondo del primer valle subiendo La Morcuera. Deben ser las 4 y
pico de la mañana y mi cuerpo se está desconectando de mi mente. El cuerpo se
va relajando por el sueño acumulado del día (y de la semana), hasta el punto de
sufrir varios resbalones y enganchones con la vegetación. Incluso valoro el
resguardarme en algún punto y echar una cabezadita, lo cual hubiera sido una
inconsciencia.
Avanzo poco a poco
intentando engancharme con otros corredores que vienen de atrás hasta que
llegamos a la zona alta, paralela a la carretera que indica fin de la subida y
proximidad del avituallamiento.
PK39 y 6 horas 13
minutos. El Refugio Juvenil de La Morcuera está francamente animado, los
voluntarios se desviven por ayudarnos, pero el frío es importante
(especialmente cuando paras) y merece la pena descender. Un picoteo de lo que
el estómago permite, reponemos líquidos y camino. Por delante una larga y
pestosa pista de 15km descendentes hasta Rascafría.
PK55 y 7 horas 44
minutos (puesto 31º). Avituallamiento de Rascafría y base de vida donde podemos
recoger nuestra bolsa de cambio. Aprovecho para activar los datos del móvil,
informar a la familia e intentar chequear donde están los compañeros por si me
merece la pena esperarlos y reagruparnos. Me entero que Alberto ha tenido
problemas que le han obligado a abandonar y Rafa está a bastante distancia.
Recupero mi bolsa, me
acomodo en la campa, intento comer algo (el estómago empieza a cerrarse, malo),
me cambio de camiseta y calcetines y paso por el baño. Compruebo la rozadura
que hace unos kilómetros me está haciendo la zapatilla derecha. “Aguantaré con
ello”.
No sé el tiempo que
habré pasado, quizá 20 o 25 minutos. En ese tiempo me ha adelantado bastante
gente, pero ese es el menor de mis problemas. Me veo en otro valle particular
sin muchas ganas por salir, y cuanto más tiempo pase peor. Hacemos de tripa
corazón, recargamos agua y arrancamos escuchando a EUKZ en el mp3.
Por delante el temido
Reventón camino a Peñalara, amaneciendo y dando paso al temido sol. Una primera
parte sombría y por bosque, anima a avanzar con paso firme. Entre la música y
la ayuda de los bastones me veo francamente bien. Ya una vez en la pista
forestal voy alcanzando a varios corredores, entre ellos la 5ª y 4ª féminas.
Hasta el Puerto del Reventón (PK63 y 9horas 40 minutos). Desde allí un continuo
sube y baja hasta la Laguna de los Pájaros azotados por un fuerte viento.
Allí arranca una
eterna subida/escalada cresteante hasta la cima de Peñalara, cota máxima de la
prueba (2.428m).
Retornamos sobre
nuestros pasos hasta el desvío que nos dirigirá hacia La Granja. Llegando a La
Granja “recupero” posiciones y de nuevo me encuentro con la 3ª clasificada
femenina, Martha Ccorahua.
PK85 y 12horas
35minutos. En La Granja de San Ildefonso nos esperan Los Locos del Cerro. El
grupo de voluntarios del avituallamiento que tan cómodamente te hacen sentirte.
Te sientan en la sombra y te avituallan personalmente todo lo que quieras. Da
hasta pena salir de allí pero hay que irse. Unos hielos para el camino y un
softflask adicional para el calor.
Por delante un tramo
muy pestoso por la orilla del río Eresma dirección del área recreativa de La
Boca del Asno. Un sitio precioso que me gustaría conocer en otras
circunstancias.
Tras un tortuoso
periplo (terreno cómodo pero que a estas alturas con el kilometraje y el calor
se hace infernal), llegamos al avituallamiento de la Casa de la Pesca donde
arrancan 4 kilómetros hasta Fuenfría. En el avituallamiento nos dicen que
D+400m, a mí me pareció como subir al Mont Blanc. Luego me enteré que se llama
el Arrastradero, quizá por eso de que te arrastras. Una pista forestal con
desniveles imposibles que salvo gracias a los bastones.
PK100, llegamos a
Fuenfría, echando el bocio tras el Arrastradero pero con el gusanillo de que el
final está cerca. Por delante el famoso (para mí no tanto), camino Smith que
conecta con el Puerto de Navacerrada. Allí me uno a Juan Alberto, un asturiano
muy simpático con el que comparto un tramo charlando. En una de estas, “ZASSS”
tobillo torcido, no me lo puedo creer, si ya no queda nada y en el tramo “más
llano”. Pues tendrá que aguantar.
PK103, 16 horas 19
minutos. Puerto de Navacerrada, no sé muy bien por qué pero me dejo llevar
hasta el avituallamiento que está apartado del punto de control, si no tengo ni
hambre ni sed y los bidones van llenos. Después de un leve descanso (Juan a tirado
recto) arranco de nuevo. A penas un faldeo antes de enlazar con la carrera de
60K y comenzar la bajada de La Barranca.
Las piernas ya van al
límite y tampoco me fío del tobillo torcido. Así pues esta primera parte me la
tomo más relajadamente, son 4-5 kilómetros hasta coger la pista que usamos de
subida hace varias horas. En este descenso me alcanzan varios corredores, “si
no hubiera parado en el avituallamiento....”
Enlazo con la pista,
PK108 y 17 horas 12 minutos. Apenas 5 kilómetros a meta e intento probar si las
piernas aún tienen rock&roll. Parece que sí y no me cuesta avanzar a
4:30-4:40min/km. El final está próximo y la emoción por haber conseguido este reto
me hace olvidarme del dolor y “volar”.
Pasamos por la
rotonda de entrada (“la roca colgante”) y no puedo evitar acordarme de Alberto
quien soñaba con verse de vuelta por esta rotonda, síntoma de que había
finalizado también el reto. Y enfilamos la bajada a meta donde esperan decenas
de amigos y familiares de otros corredores animándonos.
Cuando voy llegando
veo el reloj de meta y no puedo creerme estar en las 17 horas y 30 minutos.
Estos días atrás ha sido una de mis grandes dudas, qué tiempo podría hacer y el
ritmo a mantener. Luego en carrera, hablando con unos y otros parecía que 18 horas
podría ser algo magnífico y por momentos me pareció inalcanzable. Y haber
acabado en este tiempo y con “buenas” sensaciones...me abre el espíritu para
otras aventuras.
Y en una impensable 36ª
posición.
Datos de carrera
(mi Garmin):
Distancia: 116km (112,45km)
Tiempo de carrera: 17h 30min 10seg
Tiempo en movimiento:
13h 35min 42seg
Posición: 37º general (27º categoría) (550 corredores)
Ritmo medio: 9:20min/km
Ritmo medio en
movimiento: 7:15min/km
Desnivel positivo: 5.100
(4.674m)
Desnivel negativo: 5.100
(4.676m)
(*) Primera vez que usaba este Garmin en tanta distancia, y quizá no le configuré adecuadamente para la toma de los points.
Conclusiones:
-
Ha sido un año
“difícil”, de cambios, muy bonito por otro lado. Me he tenido que reinventar
para poder sacar algún rato de entreno intentando no quitar tiempo a la
familia. A veces es imposible y por ello esta carrera va dedicada a mi esposa
Silvia y mi hijo Asier. Por su paciencia y comprensión.
-
En ocasiones he
llegado a pensar que no estaría a la altura de las circunstancias, que no
llegaba entrenado. Pero como dicta la frase de mi blog, “non gongoa, han zangoa”.
-
Durante estos meses
he tenido el aliento de muchos de mis compañeros del club GPM Trail. Quizá
confiaban más en mí que yo mismo. Muchas gracias por vuestras palabras. En
particular Aitor, por tus entrenos en carrera y Ricardo por animarme y
levantarme de la cama a las 5:00am para aprovechar el día con un entreno
madrugador. Oscar por tu GASSSSS! Se agradece mucho.
-
Y no podía olvidarme
de mis compañeros de batalla, Alberto y Rafa. Espero y deseo tener muchos más
momentos como estos con ustedes.
-
Mis gracias más
profundas a todo el conjunto de voluntarios. Es encomiable la labor que
realizan y cómo la realizan. Te hacen sentir especial y olvidarte en otras
cosas. Infinitas gracias!!!
-
Ya se puede decir
que soy GTPero.