lunes, 26 de agosto de 2013

Vacaciones 2013. Cai y Madeira. (14..26-agosto-2013)



Como no podría esperar de otra forma y continuando con el precedente. Nos pusimos a buscar destino con bastante poca antelación, y ya se sabe que en Agosto….

Tras descartar la maravillosa y deseada Isla de la Palma, con unos precios de vuelos desorbitados, saltamos a la vecina Gran Canaria con un resultado algo similar. Pensamos entonces en Tenerife, no hay tanto monte (salvo el gran Teide) pero porqué no… y tras visitar por última instancia una agencia de viajes, surgió la posibilidad de tomar un paquete para Madeira. Al fin y al cabo, es uno de los destinos en mi lista favorita. Como no volaríamos hasta el lunes 19 (desde Madrid sólo hay un vuelo semanal durante los 3 meses estivales) quisimos aprovechar el puente del 15 de agosto en la playita de Cádiz (Cai).

Intentamos buscar algo de última hora (camping) pero obviamente estaba todo petado. Finalmente y tras muchas búsquedas, se  encontró una opción en el Camping Las Dunas del Puerto de Santa María. Destino que después certificaríamos como acertado. Se trata de un camping en línea de la playa de La Puntilla.  Las parcelas son amplias y muy sombreadas, ya que se encuentra en un parque natural de pinares. La piscina es impresionante (aunque estaba siempre hasta atrás de gente) y el súper muy acomodado en los precios.
El segundo día en Cádiz, decidimos acercarnos a la población de Rota. Nada más llegar y tras buscar aparcamiento en el centro (muy complicado) salimos sin querer hacia la línea de playa y al ser festivo pudimos aparcar a la primera en zona azul. La playa increíble, amplia y con agua trasparente. Aproveché para hacer mis entrenamientos en aguas abiertas ;)
Al tercer día, una visita a la capital, Cádiz y su centro histórico. Buscando aparcamiento (una locura) teníamos decidido dejar el coche en un parking todo el día, con tan buena suerte que callejeando un poco más, zas… en toda la boca. Conocimos el casco antiguo con su Catedral, coincidiendo con un mercado andalusí de artesanía.
De vuelta al coche cogimos los bártulos y a la playa (bajo la sombrilla que nos ha proporcionado nuestro amigo Rober, gracias), aproveché para cruzarme gran parte de la playa a nado (unos 3000m ida y vuelta). Merece la pena la playa Victoria, a pesar de la poca profundidad y que a veces tienes que esquivar algunas rocas, el agua es suficientemente cristalina como para admirar la flora y fauna que alberga. Además, como a 100m de la orilla rompen las olas en estas formaciones rocosas, hay bastante calma en la mar. A la tarde un paseín por el paseo marítimo …
y descubrimos que habrá un certamen de chirigotas por esa zona, hay que aprovecharlo. Comimos un poco de pescaíto frito y a ver el espectáculo.
Llegamos justo a la hora de cierre de entrada de coches al camping (24hr).
El cuarto día lo aprovechamos en el camping, piscina y la playa de La Puntilla. Esta playa está anexa al mismo puerto de la ciudad y como tal lleno de embarcaciones de recreo, etc… el caso es que la calidad del agua y tranquilidad no era igual que días anteriores, pero… el camping está al lado.
El quinto día recogimos y de vuelta a Cáceres para preparar las maletas para el viaje a Madeira.

Día 1
Tras un viaje infructuoso debido a los continuos fallos el GPS, conseguimos llegar al aparcamiento de larga estancia de Lomcar. Dejamos el coche y dirección a la T2 dónde volaremos con TAP (una de las últimas compañías que ofrecen un ágape en un viaje de cierta distancia como este) hasta en Madeira.

Ya nos habían advertido de lo “divertido” del vuelo hasta la isla, en especial el aterrizaje en su ampliado aeropuerto de Santa Cruz. Y como no pudo ser de otra manera y gracias al fuerte viento de ese día, vaivenes continuos, turbulencias y baches aéreos al atravesar la capa del mar de nubes, al final tomamos tierra con un profundo aplauso del respetable.

Con las maletas en mano, nos dirigimos a la oficina de Guerin para recoger el coche que habíamos alquilado (a ser posible conviene hacerlo con tiempo, pueden llegar a escasear). Las carreteras principales de la isla son bastante “cómodas”, mucha curva, mucho túnel, mucho viaducto,… pero intuitivas y rápidas. El problema vino al entrar en Funchal, el GPS no iba ni a tiros (será que no pago cuota en esta zona del Atlántico) y hay cientos de calles y callejuelas con una inclinación que a veces creo que roza las leyes de la física y claro, todo esto inmerso en un saber conducir portugués (con todo mi respeto a nuestros vecinos). Tras numerosas vueltas y preguntares, damos con el hotel Buganvilia, cuyo cartel (bastante minúsculo entre la vegetación) debíamos haber visto en al menos dos ocasiones que debimos pasar con anterioridad…

El hotel no está mal, efectivamente a las estrellas de los hoteles portugueses hay que quitarles una estrella de los que podemos estar acostumbrados en España en cuanto al alojamiento en sí. Se trata de pequeños estudios dotados con una pequeña cocina. El trato es magnífico y tiene otros atractivos como wifi libre, el parking, 2 piscinas (una de ellas cubierta), jacuzzi, gym y spa (este último pasando por caja).

Buscamos un Super (ojo con los precios de ciertos alimentos por aquí, se nota que pagan sus tasas aeroportuarias ;)).

Nota: Conviene cargar bien de agua. La humedad de la zona hace que tengas que hidratarte continuamente. Además el agua de los grifos (al menos en este hotel) es bastante…

Un bañito en la piscina cubierta y jacuzzi y como tengo deberes para estas vacaciones preparando la TAR (http://robertome.blogspot.com.es/2013/07/transalpine-run-2013.html) (gracias Silvia por tu comprensión), me enfundo las zapatillas y a trotar por Madeira. No tengo muy claro para dónde debo tirar, pero los continuos callejeos con el coche horas antes, me conducen hasta el centro de la ciudad perfectamente integrada en una ladera vertiginosa hacia los acantilados y con una vegetación exuberante de claramente una zona tropical.

Día 2
Hoy tocaba un poco de cultura maderiense. Salimos pronto por la mañana para visitar la zona Oeste de la isla. Primero pasamos por el Cabo Girao, con sus 580m de altura, es el (2º-3º) de Europa. Tiene una superficie acristalada dónde poder observar de primera mano la impresionante altura.
Desde allí nos dirigimos a Ribeira Brava, una de las “playas” turísticas de Madeira. Se trata de una pequeña población dónde adecuaron una cala artificial y una temperatura muy agradable de 28ºC.
Y pasamos a la zona interior subiendo 1.500m de altitud por unas carreteras vertiginosas hasta llegar a Paul da Serra, una extensa planicie árida desde dónde puede divisarse el norte y sur de la isla, cuando está despejado.
Descendemos de nuevo esos 1.500m dirección Porto Moniz, dónde nos han recomendado sus piscinas naturales a pie de mar.
Ahora nos adentramos en un clima más asturiano, con una temperatura de unos 21ºC pero agradable. Un picnic y a bañarnos (precio baño 1,5€ + 1€ si quieres taquilla).
Continuamos, ahora ya por mejores carreteras para ver el Velo de la Novia en Seixal, una impresionante cascada directa al mar desde un acantilado.
El siguiente destino era Sao Vicente, otra ciudad costera que se estaba engalanando para las fiestas. Allí visitamos las grutas que quedaron en el interior de la isla tras las últimas erupciones que conformaron la isla (precio entrada 8€).
Desde allí regresamos de nuevo a Funchal no sin antes detenernos en Camara de Lobos, un pueblo pescador cercano a la capital.

Día 3
Hoy toca un poco de montañita. El día se despierta algo nublado, creo que es habitual en esta isla, pero a medida que ascendemos por la carretera que sube justo al Pico do Areeiro (1.818m), comprobamos que las nubes quedan estacionadas a unos 1.200m de altura y por encima está un día fantástico.
Al ser accesible este pico, el tercero más alto de Madeira, por carretera, la peregrinación de turistas en apabullante. A pesar de subir con tiempo, el parking se iba llenando y los autobuses eran incesantes.
Desde este punto comienza una ruta hacia el Pico Ruivo (1.862m), el más alto de Madeira.
Discurre a través de un sendero perfectamente preparado para los turistas, es decir, adoquinado, vallado y con los túneles necesarios para atravesar las columnas basálticas que se encuentra en el camino.
Las vistas son increíbles. Por momentos me recuerda a Pirineos.
A unos 3km de comenzar la ruta existe una derivación con la posibilidad de acceder por dos caminos, el del este y el del oeste, el primero más escarpado y el segundo siguiendo una línea de túneles artificiales. Si el sol ya está comenzando a picar, es recomendable tomar la opción del camino del oeste, dónde hay más refugios de sombra que por el este. Los caminos vuelven a confluir para acceder al refugio Ruivo, donde te venderán bebidas a un precio asequible teniendo en cuenta la cantidad de turistas y que se trata de un refugio de montaña. Desde allí unos 500m y 300 de desnivel hasta coronar el punto más alto de Madeira (al menos emergido).
Nos tomamos un refrigerio en el refugio y de vuelta al Pico do Areeiro. Decidimos regresar por el mismo itinerario dado lo caluroso del día e intentando aprovechar las zonas sombrías.
Para realizar esta ruta yo recomendaría salir lo más temprano posible (quizá 8:00am), de esta manera aprovecharás el frescor de la mañana y evitarás aglomeraciones turísticas. Como estarás de regreso pronto (10:30am más o menos), aún no te cruzarás con mucha gente y quizá el sol no pique aún mucho, aprovecha la ruta del este si no tienes mucho vértigo. Mucha paciencia en los cruces con el resto de andarines y llevar mucha agua puesto que se genera una sequedad importante, el terreno volcánico emana mucho la radiación solar y favorece a la sequedad.  
Tomamos la carretera dirección norte hasta Ribeiro Frío (o Río Frío) dónde comemos, visitamos sus piscifactorías de truchas y recorremos parte de la Levada hasta Portela.
Una levada no es más que un canal de riego que aprovecha las emanaciones en altura y en determinadas partes, para servir a otros lugares distantes. En algunos casos, regaderas de incluso 12km, como era esta, dónde se puede apreciar una vegetación exuberante propia de Madeira.
Tras esta jornada andarina, decidimos reconvertirnos al turismo de cámara y terminar la jornada visitando Santana y sus casas típicas.
De vuelta a Funchal, paramos en Machico, otra de las ciudades con playa artificial para los que echan de menos este bien cuando vienen a Madeira.
Y de vuelta a Funchal para descansar.

Día 4
Hoy dedicaríamos el día a conocer Funchal. Funchal es la ciudad más importante de Madeira, a pocos kilómetros del aeropuerto y con gran vida. Desde el hotel, nos ofrecen transporte gratuito al centro, pero decidimos bajar dando un paseo de unos 2 kilómetros y medio pasando por el jardín de Santa Catalina y la Catedral de camino al mercado. Allí puedes encontrar todo tipo de productos y como no la lonja de pescado.
Un paseo por la zona bohemia de la ciudad, llamada la zona Velha, donde los artistas y pintores decoran las puertas y fachadas de las casas…
Y tras comernos un bolo de caco de presunto, nos dirigimos a subir al Jardín Botánico, una cita ineludible incluso para profanos en la materia como yo. Se puede subir con un funicular que sale de la zona del puerto y cuesta bien 8,25€ viaje de ida o 12,75€ viaje de ida y vuelta. O bien se puede tomar el transporte urbano (líneas 31 o 31B) por unos 3,1€ ida y vuelta, desde la Av. do Mar que aunque más lento, resulta una experiencia para todos los sentidos. Hasta este día, había pensado que la profesión de transporte más peligrosa era la de conductor de autobús en Perú, pero nada comparable con los “autobuseros” de Madeira. Tienen que sortear todo tipo de tráfico y peatones y todo ello en unas callejuelas con cuestas de infarto y espacio para sólo un vehículo. Vaya dominio del arranque en cuesta.
El Jardín Botánico cuesta 5€ por adulto y es realmente completo, con más de 2000 especies de plantas tropicales y flores. Presenta un tapiz colorido con formas geométricas muy bonito….
De vuelta por la ciudad regresamos al hotel donde darnos un bañito en su piscina.
Mañana será otro día.

Día 5
De nuevo toca andar un poco. El primer día nos dejamos pendientes hacer la Levada de las 25 Fuentes, en la zona de Paul da Serra. Llegamos pronto a sabiendas que en seguida se llena de coches y comenzamos la ruta desde el parking,
Se trata de unos 2km de asfalto hasta el comienzo real de la ruta. Este trayecto es privado y se puede contratar  por 5€ ida y vuelta.
Desde el comienzo del camino, unos 2,3km hasta llegar a las 25 Fuentes, una zona de cascadas preciosas aún en este tiempo en que el caudal es mínimo.
Regresamos hasta el cruce para hacer la levada del Risco (apenas 2km ida y vuelta) y contemplar un escenario de película…
De vuelta en el coche, nos dirigimos a Encumendada donde comemos y decidimos intentar parte de la ruta P.R 1.3 (Pico Ruivo) que completa unos 11km de ida hasta coronar dicho pico a 1.860m.
Comenzamos un poco tarde (14:00pm) y el calor y humedad es horrorosa.
Así que, pronto nos damos la vuelta.
De regreso a Funchal, hacemos una última incursión del día hacia la zona del Corral das Freiras (El Refugio de las Monjas), una hoya orográfica rodeada por la cadena montañosa más importante de Madeira.
Las vistas desde el mirador Eira do Serrado….
Una vez en Corral das Freiras, las vistas no son menos fascinantes. Sobre todo si lo haces bajo el amparo de una sombra y con una buena cervecita.

Día 6
Según las guías, parecía cita ineludible acudir al pueblo de Camaçha para visitar su tienda/fábrica de mimbre más emblemática llamada “O Relogio”. Una población dedicada a este sector durante años y que bien lo demuestran…
Desde allí bajamos hacia Caniçal para irnos acercando a la parte del este de la isla. El día se tornaba sombrío, como casi siempre que hemos pasado al lado nórdico de la isla. Es increíble comprobar cómo en pocos kilómetros se puede pasar de un clima a otro. En Caniçal visitamos el Museo de la Ballena (10€ por persona con la audioguía), una visita recomendable aunque cuando acaben de actualizar todo el museo y con el audio ayuda completo en castellano.
El museo está destinado a recuperar la memoria de 40 años de labor en la captura de cachalotes que abanderaba este pequeño pueblo desde 1941 y hasta 1981. Por otro lado, también intenta potenciar la defensa de la fauna marina (ballenas, delfines y la increíble foca monja) que rodea a este archipiélago una vez abandonada esta práctica. Parte del dinero recaudado sirve para ayudar a los biólogos marinos de la zona en su labor de protección y estudio de las ballenas y otros cetáceos.
Al salir del museo empezó a llover y nos resguardamos en el coche camino de la Punta San Lorenzo.
Se trata de un “brazo” rocoso con escasa vegetación y al azote de los vientos, pero con una gran riqueza marina y un punto clave para el avistamiento de diferentes especies de aves de las islas madeira por los ornitólogos. Allí comenzamos bajo la lluvia una ruta de unos 8km hasta la última zona transitable del cabo.
Una visita rápida a Garajau para fotografiar a la réplica del Corcovado Cristo Rey y contemplar las vistas durante el atardecer.
Y de vuelta a Machico para disfrutar de una rica cena de productos Maderienses.
Uno de los platos típicos es Pez Espada con zumo de maracuyá y banana ummm….
Cuando descubrimos una grata sorpresa. Son las fiestas de la Virgen de la Concepción y en Machico recrean una serie de embarcaciones con antorchas en las laderas que rodean la ciudad. Son los llamados Barcos de Fuego, realmente fascinante.

Día 7
Para el último día, intentamos completar algunas visitas que habían quedado en el tintero. Nos dirigimos de nuevo a la zona de Santana para realizar la ruta de las Queimadas hacia el Caldeiro Verde.
Una ruta cuasiplana de unos 13km en total, pero llena de barrancos, vegetación…
… y 4 pasos a través de túneles, alguno de ellos relativamente largos, angostos y oscuros, por lo que es recomendable disponer de alguna luz de ayuda. La nuestra se quedó en el coche, por lo que tuvimos que hacer inventos con el móvil, flash de la cámara, etc…
… hasta llegar a una impresionante hoya repleta de vegetación y dónde precipita una cascada que bien debe sobrecoger en otra época del año.
Bajamos a comer a Santana al restaurante Malta Gira. Un apartado local dónde se puede disfrutar desde una rica comida casera Maderiense hasta unas elaboradas pizzas italianas por un precio muy acomodado.
De regreso hacia Funchal, primero nos detenemos en la Prahina de Caniçal, escenario que no pudimos disfrutar el día de ayer por la lluvia.
Se trata de una de las únicas playas naturales de arena que existe en Madeira. A penas 80m de playa de arena negra volcánica pero con un encanto especial. Arriba un amplio aparcamiento para los vehículos.
Desde allí nos dirigimos hasta la población de Monte para ver si tenemos la fortuna de ver algún descenso de los Carros de Cesto, pero comprobamos que en domingo sólo hay hasta las 13hr. En su lugar, tenemos la fortuna de maravillarnos con lo engalanado que están dejando las calles con todo tipo de murales florales con motivo de la festividad de la Virgen de Monte.
Y por último, un paseo por el puerto de Funchal para disfrutar de la puesta de sol en el fortín de San José. Al parecer una propiedad privada y ajena a Madeira según unos tratados antiguos, es decir, el país más pequeño del mundo.
Definitivamente toca descansar esperando el viaje de regreso, no sin antes reflexionar acerca de lo que este viaje ha supuesto. Madeira es una isla verde montañosa, llena de desniveles y paisajes de ensueño, por algo es que la llaman la Eterna Primavera ……