sábado, 13 de octubre de 2018

UTCovatilla 2018 (Béjar) (13-octubre-2018)

Siempre que estoy en una prueba larga y fruto de tantas horas de soledad, me gusta ir pensando en las líneas que me gustaría dedicarle en el blog. Hasta el kilómetro 35-40 solo podía pensar en cómo disculparme por no haber podido completar la carrera. Tantos sacrificios personales y familiares para poder estar hoy aquí y no estar disfrutando la carrera de casa.

Afortunadamente el bajón mental “sólo” me duró 40 kilómetros y algún atisbo de mejora comenzó a mostrárseme. El resto.... a continuación. 

Desde el Gran Trail de Peñalara y quitando algún entreno para V CxM Techo de Extremadura no había vuelto a tocar montaña, aparecieron mis incómodas compañeras, las fascitis plantares, y tuve que probar lo que menos me molestara sin parar mucho el ritmo. Encontré la solución, misteriosamente, en el asfalto. Cambié de zapatillas y aunque el inicio de las sesiones era algo doloroso, luego se iba disipando. El otro hándicap que me encontré era la hora de entreno. Desde que fuimos papás hace ya 16 meses se ha complicado este tema intentando buscar el poder atender todas las facetas que esta nueva etapa “obliga”. La única solución que encontré y dado que nos encontramos en periodo estival en Extremadura (tela de calor durante todo el día), era salir a primera hora de la mañana. Teniendo en cuenta el horario de trabajo y que el entrenamiento no podía limitarse a un rodaje suave.... obligaba a levantarse a las 4:50am para estar a las 5:00am corriendo. Esto he de agradecérselo a mi buen amigo Ricardo, sin él hubiera sido incapaz de someterme a espartana tarea. Y por supuesto a la familia por soportar el estado zombie en el que muchos días me he encontrado.

Mientras aún parecía lejana la fecha de la carrera, me daba la impresión que cualquier entreno era bueno, aunque se tratase de asfalto. Para evitar ir con frontales pero sin descuidar el desnivel, nos “inventamos” subir al Santuario de la Virgen de la Montaña en Cáceres, una subida de unos +185m que comenzó como una subida por salida y se estableció en mínimo 2. Hasta tal punto llego el caso que el 30 de septiembre intentando valorar si estaba o no en forma para Ultra Covatilla, repetí hasta en 7 ocasiones el itinerario, lo que suponían unos 36km y 2.600m acumulados (todo asfalto claro). En total, en este tiempo han sido 55 ascensos/descensos, 431km, D+11.900m. Lo pongo porque me parece de coña que pensara que con este entrenamiento me sería suficiente. La parte cardio desde luego la tendría superada, pero la técnica.....ni por asomo, y es que el terreno de La Covatilla hay que entrenarlo específicamente para no llevarte sorpresas, cosa que no hice.

Así es como una semana antes de la cita, hablé con la Organización y les pregunté si podría cambiarme del Cross (donde me inscribí primeramente cuando me acuciaban las molestias de los pies) y me cambié al Ultra. De 17 a 80km ahí está, dicho y hecho, qué fácil, sin más...

“Habrá que probar la máquina y el material que voy a llevar por terreno, no?”, salí algún día la semana previa y pronto comprobé que las fascitis no se habían ido del todo. Si suavizado, pero ahí estaban latentes. Todo ello se agravó con un proceso catarral con algún puntazo de fiebre y todas esas cosas que arrastré hasta el día de la prueba, inclusive. Ni Paracetamoles, ni Frenadoles, ni litros de agua,.... nada.

Y después de todo este rollo que no suena más que a escusas preludio del fracaso estrepitoso al que parecía sometido, y con razón. Nos presentamos perfectamente ataviados el día 13 de octubre entorno a las 7:00am para la gran cita con todo el material obligatorio que nos habían indicado.

El tiempo había ido cambiando a fresco durante los últimos días y en el estado en que me encontraba no quería jugármela, así que aunque me resultase incómodo iba a salir con mallas piratas y dos capas por arriba, manguitos y guantes. Luego, a media mañana, también me pasaría factura.

Allí me encontré con Ricardo y su hermano que correrían el maratón, con su amigo Thomas que también se enfrentaría al Ultra y como no con Rafa, otro corito “loco” con mucha más motivación que yo para afrontar este reto. 

Y es que ya de partida la cabeza no me funcionaba, no estaba conectada con la carrera. Esto es un problema bastante importante sobre todo para afrontar una prueba de 80km como la que teníamos por delante.

Sonó AC/DC y ya estábamos en marcha. Los ánimos de partida eran tan bajos (en mi caso) que salimos desde pelotón de cola, aunque sabiendo el posible tapón que se forma llegando a la zona de Los Pinos y la subida a Candelario, hicimos por posicionarnos mejor.

PK4 y paso por nuestra localidad, Candelario donde nos esperaba de nuevo Jorge para darnos ánimos de cara afrontar la primera cota importante, Risco del Águila.

No sé si es mejor conocer el terreno o ser un auténtico profano del mismo. Por un lado te ayuda a controlar las fuerzas (si las llevas) y evitar desgastes innecesarios, pero por otro lado el saber a lo que te enfrentas también pesa.

A medida que ascendemos la luz del amanecer nos va iluminando y pronto apagamos los frontales. Empezamos a escuchar los vítores de la gente que se ha acercado a ver la carrera en el mismo Risco. Desde allí descendemos a la estación de esquí donde espera el primer avituallamiento y continuar el ascenso hacia la cuerda del Calvitero.

En este impasse he tenido que soltar la estela de Rafa, al que veo bastante más centrado y fuerte que yo.

La subida se me va haciendo “bola” por momentos y no deja de pasarme gente. Tónica que se mantiene, cómo ya sabía que iba a ocurrir en la bajada a la Laguna Grande del Trampal y desde allí hasta la CH Solana. El primero de los tramos algo delicado por la inclinación del terreno unido a las lluvias de los últimos días. Y lo técnico y embarrado por zonas del segundo tramo. En algún momento se me pasó por la cabeza coger el desvío en la Laguna Grande y hacer el circuito de la maratón para acabar con la tortura.

En CH Solana llegué con un grupito que debíamos ir entorno a la 30ª posición. Traté de comer bien y recargar agua suficiente para lo que quedaba por delante. Ya me había comentado Rafa que el año pasado le llevó cerca de 2 horas en recorrer los apenas 7 kilómetros de subida (y D+1.000m). Subiendo no me voy encontrando tan mal, procuro ir metiendo sales puesto que el sol acucia y todo va más o menos bien hasta que afrontamos como a media subida un tramo de trepada equipada por la Garganta de Solana que me lleva algo de tiempo asimilar. Otro tramo “cómodo” hasta llegar a la última ascensión buscando de nuevo la Cuerda del Calvitero que nos conduce a El Torreón, “arroyo Malillo”.

Una vez arriba y descendiendo el Paso del Diablo, nos queda una bajada por el nacimiento del río Cuerpo de Hombre a través de Hoyamoros para buscar la pista de La Dehesa. En mi mente ni si quiera estaba ya llegar a Hervás, la suerte dio que no tuviera cobertura para comunicarme con la familia y que me fuera a buscar.

Tras una desastrosa, lenta y calurosa bajada desde Hoyamoros donde me encuentro con Dioni al final de los meandros (gracias por la foto), llego al avituallamiento de La Dehesa donde Ana, Paco y África nos esperan para ayudarnos en lo que sea. Avituallo y bajando el tramo de pista (PK 35) me cambia el chip, “¿por qué no intento al menos llegar a Hervás y luego ya se verá?”. Afronto con ánimo la subida a La Muela, por cierto bastante mal señalizada (de eso ya hablaremos luego) para bajar buscando el Paso de las Palomas donde otros paisanos de Candelario nos ayudan a continuar.

Desde aquí restan unos 11 kilómetros de bajada hasta Hervás, que al final se hacen un poco de bola si vas justito de piernas. Te ayuda a recuperar sensaciones pero si vas justo, te castiga.

Entrando en Hervás me reencuentro con mi amigo Przybyslaw Andrzej Kowalczuk que ya me había dicho que podía llamarle Andrés (equivalencia española de su nombre polaco). Y ambos empezamos a consolarnos con la sana intención de tirar la toalla al llegar al punto de control. Prácticamente no dio tiempo, porque ya me estaba esperando Aitor para “comerme la cabeza” y convencerme de que el día es largo y hay que seguir.

Me cambio de ropa, pues vengo fundido de calor, como algo de pasta (que por cierto me tiene que proporcionar Aitor, de esto ya hablaremos luego también) y parece que veo el tema con otro cáliz. Lo mismo le ocurre a Andrés que sale escopetado del avituallamiento.

Se sale de Hervás con un terreno favorable durante los próximos 3 kilómetros antes de afrontar el Cordel que va conduciendo hacia La Garganta. Una subida de 2,5km y algo más de 400m positivos que se acucian con la solana que está cayendo. A mitad de camino hacia La Garganta me encuentro con Rafa que lleva algún calambre que otro.

Mi cuerpo parece ir reaccionando bien aunque sin lujos. Pronto se llega a La Garganta donde me encuentro con los amigos de la zona, Luismi y Felipe que me dan tales ánimos que no se me ocurre ni plantear la retirada. Desde aquí restan unos 20 kilómetros a meta lo que supone al menos 3 horas si no se complica en exceso la cosa. Una vez aquí la retirada no es una opción.

La bajada hasta Baños es muy cómoda y realmente veloz si tienes piernas suficientes. Se trata de unos 4 kilómetros y 400m negativos. Pero a mí se me hace algo pesada. Llegada al Balneario, nuevo punto de control y avituallamiento. Hace tiempo que dejé de tomar geles, de hecho desde el kilómetro 35 creo que no he probado uno. Si voy tirando de sales en cápsulas y el resto debo estar alimentándome del aire que respiro, porque no creo que los plátanos den tantas calorías. “Ya veremos cómo acaba esto”. Hablo por teléfono con la familia para contarles donde estoy y sus ánimos son como un chute de adrenalina. Me están esperando en meta, aunque les aviso que me queda buen trecho.

Saliendo del punto de control de Baños llega la primera chica que finalmente entrará en meta justo antes que yo. Se la ve muy fresca y con buen ritmo. Grande Elena!!!

Últimos 17 kilómetros, con una primera ascensión suave (a estas alturas todo lo que tiende hacia arriba tiene poco de suave) hacia Puerto de Béjar con un paso intermedio por la recién abierta Vía Verde. Cuál es mi sorpresa que en Puerto me esperan mi hermana y cuñado, “muchas gracias chicos!”. Debieron asustarse al ver mi cara :)

Tomo un poco de respiro, intento comer (plátano y lo que sería último alimento hasta meta) y prosigo para evitar caer en la comodidad de la quietud. El sol ya se ha ido y pronto tendré que sacar el frontal.

Y ahora queda lo bueno, la última cota, el último puerto. Y como sé lo que me queda, no hago más que pensar en ello. Mismo recorrido de ascensión que en la prueba Puerto entre Castaños y por donde también han pasado los de la carrera Cross.

A medida que subo me doy cuenta que estoy más que vacío, son muchas horas de esfuerzo continuo, con problemas de respiración, con una mala gestión alimenticia,... y todo ello empieza a salir, pero no hay opción de vuelta. Salvando este escollo sólo resta una bajada hasta meta. Aun así, en la subida cedo dos puestos (uno de ellos Elena), lo cual ni me perturba, ya es una cuestión entre la montaña y yo. Cuando llego a la cima venteada por el preludio de la borrasca que se acerca, no doy ni crédito. Doy el número de dorsal y directo pista hacia abajo para llegar lo antes posible.

Cuando me quiero dar cuenta ya estamos en los atajos de bajada desde Llano Alto, el Castañar y las luces de Béjar. Mi sorpresa al cruzar la nacional (por cierto sin nadie que cortase el tráfico) es encontrar a Aitor, Mariano, Cris, Jorge, Esther, Mario, Estela, Abelardo, mis padres, Alejandro, Javi, Ruth y como no, Silvia y Asier. Creo que toda mi motivación final para acabar llegando por mis propios medios a Béjar era para poder brindárselo a Silvia y Asier. Han sido muchos meses de sacrificio personal y familiar y se trata de una gran recompensa.

El tiempo dedicado y el puesto es lo de menos, es más, tal y como me ví varias horas antes, no hubiera pensado que estaría ahora mismo aquí y menos rodeado de tantos seres queridos. 

Justo al acabar tenía claro que no querría volver a hacer esta prueba. Pero ahora con perspectiva.... ya estoy pensando en que quizá otro año y una planificación adecuada....

Datos de carrera (mi Garmin):
Distancia: 80km (83,12km)
Tiempo de carrera: 14h 24min 01seg
Posición: 21º
Ritmo medio: 10:24min/km
Ritmo medio movimiento: 9:15min/km
Desnivel positivo: 4.492m
Desnivel negativo: 4.421m

Conclusiones:

-         Lo primero agradecer a tod@s aquellos que habéis confiado en mí incluso más que yo. La verdad es que eso era muy fácil pues salía con mentalidad por los suelos.

-          Gracias Ricardo por los entrenos, ánimos y consejos.

-          Gracias como no a Aitor por tu apoyo incondicional. Sin palabras.

-          Enhorabuena a tod@s los corredores que habéis conseguido vuestro reto. En particular a Manuel, Ricardo, Paco, Fernando y Rafa.

-      Un 11 a tod@s los voluntarios que sacrificando su tiempo y comodidad, están esperándonos y ayudándonos con una sonrisa en la boca.

-        Y por último. No suelo tomar partido en este tipo de cosas, pero siendo una prueba de casa que todos queremos crezca y se establezca en un calendario repleto de carreras, creo que es oportuno. Me refiero a la ORGANIZACION. Voy a intentar ser pragmático y no liarme. Lo más triste de todo es haber oído a tantos corredores quejarse del balizaje, avituallamientos y servicios prestados. Máxime si algunos de esos corredores los había “embaucado” yo mismo para que conocieran esta carrera que me parece de un recorrido excepcional. Pero voy a hablar de mi experiencia personal y sobretodo comparándolo con cualquiera de las otras decenas de carreras en las que he participado:

1º Alguien debería aprender que en este tipo de carreras, el primer y casi único mandamiento debería ser POR Y PARA EL CORREDOR

Avituallamiento. Es la primera vez en un Ultra que no tengo un plato de hidratos de carbono que llevarme a la boca. Gracias a que le pedí a un amigo que lo tuviera preparado. Hablamos de arroz o pasta, a 50c/kg y 15 minutos de cocción. Ese caldo que había preparado en Hervás con un poco de arroz, puede revivir a un moribundo. Pero no había.

Señalización. Entiendo que es complicadísimo marcar un recorrido tan grande y en las condiciones de viento que teníamos en altura. Que sabemos que entramos en alta montaña y los propios corredores debemos ser conscientes de nuestra protección y nuestras capacidades. Pero a baja altura (La Muela) tuve que ayudar a varios corredores desorientados porque no tenían nada claro por donde continuar. Y no me vale la argumentación de “llevad el track cargado en el GPS de muñeca”. Estamos en una carrera no en una prueba de orientación o de completa autosuficiencia, muchos están en su límite de posibilidades y un extra como este puede que suponga en el mejor de los casos, una retirada por desesperación. Faltaba señalización en cruces, faltaba gente en los cruces de carretera al menos para indicar. Al menos la llegada a Béjar cruzando la N-630a en la que algún susto se llevó algún corredor. En el Descargo de Responsabilidad quedaba claro, “...no es una prueba cortada al tráfico.”, pero hablamos de los últimos 100m a meta.

Bolsa de vida. No puedo entender como 5 horas después de haber pasado por Hervás, mi bolsa de vida no estuviera en Béjar. Y tampoco puedo entender que ante las preguntas de cuando vendría, lo que recibiera fuera “faltan 10minutos está subiendo”. Cuando en realidad era que no iban a subirlas hasta que el último corredor abandonara Hervás. Eso puede suponer, como me supuso, no poder recoger mi bolsa hasta el día siguiente (lógicamente no iba a estar en meta pasando frío y con la zurra de kilómetros y horas que llevaba esperando la bolsa). Yo soy de la zona, pero prefiero no pensar en las personas que ese mismo día tenían intención de regresar a sus hogares fuera de la comarca. Esto NO ME HA OCURRIDO EN NINGUNA PRUEBA DE ULTRADISTANCIA. Se hacen 2,3,...n viajes con grupos de mochilas calculando el tiempo que se pueda tardar a pie para que dispongan de su bolsa los corredores nada más llegar a meta.

Y lo que más me duele es haber comprobado que muchos de los corredores por estos u otros detalles, no hayan podido disfrutar de la prueba como todos nos merecemos. La Organización organizando tal magno evento, los Voluntarios por su dedicación y los Corredores por tantos sacrificios en horas de entreno para estar hoy aquí.

Deseo que estas humildes palabras puedan ayudar a mejorar ese POR Y PARA EL CORREDOR que comentaba antes y podamos disfrutar de una larga vida del Ultrail la Covatilla. Si la salud, el cuerpo y la familia me lo permite, espero estar en la línea de salida en 2019 en cualquiera de sus pruebas. 

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